El problema de soltar trabajos de mis amigos, especialmente de mis amigos de Barcosblancos, es que los nuevos lectores de este blog -si los hay- se sientan desorientados. Piensen que esto es un espacio sin sentido; sin que ello deje de serlo. Pero lo que más temo, es quizá, la manera como se están organizando con el tiempo dichos trabajos. Capitaneados por mi falta de constancia. De que si escribo en primera, segunda o tercera persona, el concepto que alguna vez quise aplicar se esté difuminando. Por eso, esta entrada es para la gente que me sigue desde el comienzo; esa gente que, pese odiar y gozar al leerme, sigue visitando a mi putita preferida: la linternasorda.
El paso de las mantarayas
Los pensamientos son pasajeros
Se esconden en el filo del cielo que cubre mi ciudad
Llena de mantarayas
Sus guías; hormigas habitantes del estómago
Se fueron ya hace mucho
Buscando nuevos cuerpos que comer
Que devorar y luego mutar en el de otro
Como figuritas
El lugar sin ellas luce devastado: se mudaron
Los deseos de las mantarayas besan ahora
El infinito del sentido más fuerte
Que falta aún descubrir
Por aquél dios poderoso: людск
Que dice haber escrito la historia de mi ciudad
Y la de sus mantarayas
De BarcosBlancos
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